La refrigeración consiste en reducir y mantener la
temperatura de un espacio dado por debajo de la temperatura ambiente, básicamente
para la conservación de alimentos. Otras aplicaciones permiten licuado de gases,
enfriamiento de procesos industriales, aire acondicionado, etc.
La conservación de alimentos por medio de refrigeración
tiene muchas ventajas sobre el enlatado, el secado o el curado, debido a que
permite al producto conservar su frescura y todo su valor nutritivo y vitaminas.
La refrigeración retarda el proceso de descomposición natural realizada por
bacterias, enzimas y hongos, aletargando a los microorganismos, pero no
eliminándolos, por lo que el almacenamiento no debe ser indefinido.
Los primeros “refrigeradores” del siglo XIX usaban hielo
para enfriar su interior; luego en 1856, surgió el primer refrigerador por compresión
de vapor y se utilizó para enfriar cerveza. Sucesivamente se fueron
desarrollando nuevos y más pequeños motores y compresores, hasta llegar a los
sistemas actuales.
Los equipos refrigerados más empleados por las empresas son
los cuartos fríos, las refrigeradoras comerciales, las máquinas de fabricación
de hielo y el transporte refrigerado.
La refrigeración también constituye una necesidad moderna
para el hogar, de forma que el refrigerador doméstico constituye entre el 25% y
el 50% del consumo energético de hogares, ya que permanece encendido y operando
continuamente las 24 horas del día, por lo que la eficiencia de estos equipos
es de mucha importancia en el diseño de políticas públicas en el sector
energético.
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